Iba por la calle. Un día como otro cualquiera: ruido, prisas y caras de todo tipo. Entonces salió de la nada una joven, muy amable por cierto, que decía ser de Green Peace. Quería hablarme de la contaminación. Contaminación, ¿qué es eso? Efectivamente vivimos en un mundo contaminado, pero no por coches ni fábricas. Los males de la atmósfera que nos rodea son mucho mayores: gente que mata y gente que muere a manos de horribles asesinos. Y los asesinos no son solo aquellos que clavan un cuchillo a su víctima, hay muchos más: hay políticos que hacen que la gente no sea capaz de llegar a fin de mes, ricos que esclavizan a pobres y jueces sin justicia.Detrás de ellos están los cobardes que miran todo a través de un grueso cristal. Hay personas con el poder y la capacidad de hacer sufrir, otros destinados a llorar.
Sinceramente, no escuché lo que la joven me quería decir, y es que con la cantidad de niños que mueren al día víctimas de guerras, epidemias curables en el mundo occidental y por hambre, ya no me importa tanto que cuatro focas y media docena de osos estén en peligro de extinción.